
Las estrellas no son como las pintan. Ni tienen picos ni son del mismo color. Al igual que el Sol, son bolas de gas incandescente y tienen diversas edades y tamaños. Para el doctor Manuel Peimbert Sierra (DF, 1941), investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM, las estrellas y la materia interestelar son un mapa de información específica sobre la composición química de las galaxias y la evolución del universo.
De mil 400 nebulosas conocidas en nuestra galaxia, 200 han sido descubiertas por astrónomos mexicanos. Parte de esa aportación le pertenece al doctor Peimbert Sierra, quien estudió en la Facultad de Ciencias de la UNAM y después realizó un doctorado en la Universidad de California (Berkeley), Estados Unidos. Su línea de trabajo se centra en el estudio de las condiciones físicas del medio interestelar y de nebulosas planetarias en nuestra galaxia y en otras.
¿Cuando era niño se imaginaba que iba a ser astrónomo investigador?
Cuando era niño, mis profesores opinaban que únicamente los genios podían hacer investigación. Decían que era una actividad para unos pocos y si uno no era superdotado, mejor que se dedicara a otra cosa. Sin embargo, después de conocer a investigadores de otros países, opino que los hay desde muy brillantes, hasta por debajo de la inteligencia promedio. Para hacer ciencia se requiere tener pasión por ella. Un científico puede ser bueno si tiene gusto por su trabajo
¿Cuándo se inició en las ciencias exactas?
En la búsqueda vocacional tenía facilidad e interés tanto por las materias de humanidades como por las matemáticas y de niño nunca sobresalí en ninguna disciplina particular. Cuando llegó el momento de elegir carrera no tenía una vocación definida y estaba más bien interesado en seguir desarrollándome como estudiante en general y seguir preparándome en idiomas y otras disciplinas. Entré a la Facultad de Ciencias sin haber tomado una decisión definitiva, pues creía que eventualmente me podría cambiar a alguna facultad del área de humanidades, en las que también tenía mucho interés.
A mí las ciencias exactas me sedujeron desde los primeros meses y bastó una experiencia precoz en el Instituto de Astronomía, bajo la guía de Guillermo Haro para entregar mi vida a las estrellas, o más precisamente a las nebulosas. Este acontecimiento tuvo lugar en el Observatorio de Tonanzintla, donde colaboraba con Haro en tareas muy sencillas, que no obstante, dieron lugar a mi primer descubrimiento. La experiencia, compartida con mi amigo Gerardo Batiz en el Instituto de Astronomía me dio a probar la emoción que produce la investigación científica.
3. ¿Por qué algunas nebulosas llevan su nombre?
Haro nos puso a Batiz a mí a buscar nebulosas planetarias en placas fotográficas con microscopios y descubrimos 10. Un año después, encontramos 14 nebulosas más, de las mil 400 que existen en la actualidad. Les pusieron nuestros nombres en los catálogos; nos sentíamos totalmente realizados. Eso despertó mi vocación al comprender que hacía una contribución a la ciencia, y decidí dedicarme a la astronomía.
4. ¿Cuál es su especialidad en el mundo de la ciencia?
Me dedico a observar nebulosas gaseosas en el espacio interestelar, y éstas son de varios tipos. Existen los sitios donde se están formando estrellas, llamadas regiones de hidrógeno ionizado. Otras son las nebulosas planetarias, es decir, nubes de gas expulsado por estrellas en su etapa de transición entre gigantes rojas y enanas blancas. He observado también remanentes de supernovas y gas en núcleos de galaxias. Con esas observaciones se pretende determinar la composición química de esos objetos y tratar de probar las teorías que hay sobre la evolución de las estrellas, la evolución de las galaxias y la evolución del universo en su conjunto.
5. ¿En qué está trabajando actualmente?
Actualmente hay una pregunta importante para los cosmólogos: ¿es el universo observable todo lo que existe o hay un número infinito de universos? Reconozco que me gusta mucho la teoría del número infinito de universos, porque es acorde con el principio cosmológico perfecto. El universo en su conjunto empezó su expansión hace 15 mil millones de años. En este universo enorme, están surgiendo miniuniversos, por lo que el nuestro podría ser uno de ellos, mientras que otros se expanden, se contraen o nacen. De ser así, tendríamos una teoría armónica con el principio cosmológico perfecto. En apariencia, al encontrar que el helio primordial existe, se apoya la teoría, más restringida, de la gran explosión, en contraste con la más general de la creación continua de materia. Si es válida la teoría de un número infinito de universos, entonces no habría oposición entre un universo infinito y la gran explosión.
6. ¿Cuál es el campo de trabajo del astrónomo?
Esta pregunta inquieta mucho a las personas, porque piensan que si no son actividades para que baje el precio del kilo de la tortilla, no son importantes para el país. Hay muchas respuestas a estas preguntas, desde las muy generales, hasta las particulares. Los astrónomos, queremos saber qué es lo que está pasando en el universo, mientras que los físicos se dedican a resolver problemas de laboratorio. Los astrónomos nos ocupamos del estudio de todo el universo, todo lo que hay en el universo y, en cierta medida, del pasado, el presente y el futuro del universo, que tiene mucho que ver con la identidad humana.
7. ¿Cómo logra un astrónomo investigador el conocimiento científico?
Los investigadores son personas como en todo el mundo, que encuentran resultados importantes gracias a tres factores. Uno de ellos es trabajar todos los días, pues debe quedar de manifiesto la pasión por lo que se hace. Una persona con inteligencia promedio, que trabaja todos los días, puede encontrar resultados que le permitirán hacer contribuciones importantes a la ciencia. Otro elemento muy importante es la buena relación con colegas para estar en contacto con la frontera de la ciencia, es decir, estar al pendiente de lo que hacen los demás e identificar lo ya hecho y lo que falta por hacer. Un tercer factor, es el acceso a la instrumentación nueva, pues con ello las primeras observaciones que haga el astrónomo serán muy superiores a las ya realizadas. Con la combinación de estos tres elementos, el científico puede hacer hallazgos que ya lo estaban esperando. Para esto, no se necesita ser un genio, aunque sí una persona con la visión para darse cuenta de la existencia de hechos importantes, así como la capacidad para estar en contacto abierto con la investigación y tener un buen instrumento.
8. ¿Qué lugar ocupa el quehacer científico en América Latina?
La tarea de los científicos de América Latina es abrirse a todas las ideas que han surgido en el mundo porque el conocimiento es universal. Nos corresponde traerlo de todos lados y utilizarlo para buscar alternativas; utilizarlo para desarrollar a nuestros países y, a la larga, aquí desde el punto de vista optimista, convencer a los primermundistas que se necesitan otras políticas hacia el mundo en su conjunto y al interior de cada país.
Hay países que generan mucho conocimiento en ciencia y otros no. Los que producen poco dependen de los primeros. El salario en las naciones desarrolladas es 10 veces más alto que en las tercermundistas. Estamos atrasados en investigación y en educación, y en general en todas las áreas de creación. Nosotros tenemos afinidad con los países de América Latina por la raíz histórica, por los sueños y por las lenguas; pero también por un pasado y un desarrollo económico similares. En esa medida, es muy importante que logremos una integración a nivel latinoamericano.
9. ¿Qué puede comentar de la ciencia en México?
En este momento, en México hay un científico por cada 10 mil habitantes, y en los países del Primer Mundo hay 20 por cada 10 mil. A las universidades sólo llega 17 por ciento de los jóvenes en edad de cursar estudios superiores, mientras que en los desarrollados llega 50 por ciento.
10. ¿Por qué en México hay pocos científicos?
El hecho de que en México tengamos, optimistamente un científico por cada 10 mil habitantes o 10 mil científicos profesionales, no significa que en otros países con 20 ó 30 científicos por cada 10 mil habitantes haya más talento, que sean 10 ó 20 veces más inteligentes que nosotros. Se trata de una estructura diferente, porque en México hay mucho intelecto. Si a estas personas con mucha capacidad no se les da una educación, no llegarán muy lejos. En este sentido se refiere a la vieja historia de que si Einstein hubiera nacido en el Amazonas, pues sería una cabecita en un escritorio de Nueva York, que nunca hubiera producido la teoría de la relatividad. Sostiene entonces que el medio ambiente ejerce una gran influencia, dentro del cual la educación tiene mucho que ver.
A pesar de que cuesta mucho dinero la investigación, cuesta más no hacerla, pues nos hace más dependientes del extranjero y nuestro salario se va para abajo, debido a que seguimos pagando mucho más por los productos y opciones que hay en otros países.
Haciendo referencia a la falta de oportunidades para recibir una educación, el doctor Peimbert cuenta que "en el camino se quedaron personas más inteligentes que yo, quienes con una situación económica diferente, un apoyo o una sociedad distinta, hubieran llegado muy lejos. En México, muchos de los jóvenes que limpian parabrisas y venden chicles en las esquinas, podrían llegar más lejos si tuvieran una educación adecuada. Ese es un problema de toda la sociedad, de todos nosotros, que debemos tratar de resolver", concluyó
Dulce María Sánchez Pacheco
Maestría en Comunicación
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